mirando el uno para el otro como niños a un caramelo. Ese chico era mi debilidad. Nos dábamos besos
de película, de esos que tienen una pizca de romanticismo, unas gotas de pasión
y mucho amor, increíbles. Me perdía en esos labios. Siempre estábamos igual,
con esas bromas absurdas que alegran a cualquiera, si hubiera cobrado cada vez
que me hacía reír, seria de oro. Como le quería, era demasiado. Me protegía del
frio con sus abrazos, y en el momento preciso, se me quedaba mirando a los ojos
y me susurraba: te quiero.
¡Ojala yo le quisiera, ojala yo solo le quisiera! Era mi puta droga, vivía por y para el ¿Cómo no
iba a hacerlo? Me daba todo a cambio de nada, convertía mis días tristes en
días con él. Sus ojos alumbraban en la penumbra, como un rayo de luz, en un día
oscuro. Le amaba. Puede sonar fuerte pero, era lo que sentía. Tenía tanta
suerte de tenerle, de tener a una persona que me complementara… diría ese
tópico de: ‘ES MI MEDIA NARANJA :DDDD’
pero él era más que eso. Me moría por decirle que nunca se fuera de mi vida. Tanto amor le tenía que a dos metros
de mi, ya le echaba de menos. Cada día que pasaba le quería un poco más y jamás
quise a nadie, como a ese chico pelirrojo de ojos verdes.